Hasta hoy continúa mucha confusión en torno a la muerte de Quincas Bram de Agua. Dudas para explicar, detalles absurdos, contradicciones en la declaración de los testimonios, lagunas diversas. No son seguros hora, lugar ni última frase.
La familia se mantiene intransigente en la versión de una muerte tranquila, de mañana, sin testigos, sin aparato, sin frase, acaecida casi veinte horas antes de aquella otra tanto propalada y comentada muerte en la agonía de la noche, cuando la luna se deshizo sobre el mar y ocurrieron hechos misteriosos en el paseo del muelle de Bahía.
La frase final, presenciada por testigos capaces y repetida de boca en boca, representó, a juicio de aquella gente, un testimonio profético, un mensaje de profundo contenido.
